Chile, 40 anos: Victor Jara, presente!

Se os anos de luta popular no Chile, até o golpe fascista de 11 de setembro de 1973, têm uma trilha sonora, com certeza o comunista Victor Jara é um de seus mais marcantes, e conhecidos, compositores.

Por José Carlos Ruy

Victor Jara, mural

Nascido em uma família de camponeses pobres, em 1932, ele enfrentou desde criança as dificuldades de sua condição. Começou a trabalhar na roça aos 6 anos de idade; o pai, que se tornou alcoólatra, abandonou a família quando Victor ainda era criança, e coube à mãe, Amanda Martinez, descendente do povo mapuche, cuidar de Victor e seus outros filhos.


Victor Jara

Era uma mulher da luta e também da arte; pianista, violonista e cantora de canções folclóricas, teve forte influência sobre a escolha de seu filho mais famoso, que foi professor de jornalismo na Universidade do Chile, diretor de teatro, poeta, cantor, compositor, músico e militante político.

Victor Jara foi um dos principais animadores do movimento da Nueva Canción Chilena, responsável pela revolução que a música popular chilena conheceu no período do poder popular, sob Salvador Allende.

Amigo de Violeta Parra desde 1957, participou do grupo Quilapayún nos anos 1960 e, em 1971 com Violeta Parra e Inti-Illimani, passou a fazer parte do Departamento de Comunicações da Universidade Técnica do Estado.

Participou ativamente da campanha que elegeu Allende em 1970 e naqueles anos teve grande militância com os movimentos sociais, contra a guerra e o fascismo. Militante do Partido Comunista do Chile, integrou o Comitê Central das Juventudes Comunistas do Chile.

Preso no dia do golpe fascista de Pinochet, em 11 de setembro de 1973, foi levado ao Estádio Chile (em 2003 rebatizado com o nome de Estádio Victor Jara) que, como o Estádio Nacional de Chile, fora convertido em campo de concentração. Foi torturado, teve os ossos de suas mãos quebrados a coronhadas, e foi assassinado com mais de 40 tiros em 16 de setembro, por soldados comandados por um sanguinário tenente do exército chileno Pedro Barrientos Núñez.

Para ouvir:

Manifiesto

Te Recuerdo Amanda


Plegaria A Un Labrador


As letras

Manifiesto 
 

Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz,
canto porque la guitarra
tiene sentido y razón.

Tiene corazón de tierra
y alas de palomita,
es como el agua bendita
santigua glorias y penas.

Aquí se encajó mi canto
como dijera Violeta
guitarra trabajadora
con olor a primavera.

Que no es guitarra de ricos
ni cosa que se parezca
mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas,
que el canto tiene sentido
cuando palpita en las venas
del que morirá cantando
las verdades verdaderas,
no las lisonjas fugaces
ni las famas extranjeras
sino el canto de una lonja
hasta el fondo de la tierra.

Ahí donde llega todo
y donde todo comienza
canto que ha sido valiente
siempre será canción nueva.
 

Te recuerdo Amanda

Te recuerdo Amanda
la calle mojada
corriendo a la fabrica donde trabajaba Manuel

La sonrisa ancha, la lluvia en el pelo,
no importaba nada
ibas a encontrarte con el,
con el, con el, con el, con el

Son cinco minutos
la vida es eterna,
en cinco minutos

Suena la sirena,
de vuelta al trabajo
y tu caminando lo iluminas todo
los cinco minutos
te hacen florecer

Te recuerdo Amanda
la calle mojada
corriendo a la fabrica
donde trabajaba Manuel

La sonrisa ancha
la lluvia en el pelo
no importaba nada,
ibas a encontrarte con el,
con el, con el, con el, con el

Que partió a la sierra
que nunca hizo daño,
que partió a la sierra
y en cinco minutos,
quedó destrozado

Suenan las sirenas
de vuelta al trabajo
muchos no volvieron
tampoco Manuel

Te recuerdo Amanda,
la calle mojada
corriendo a la fábrica,
donde trabajaba Manuel.
 

Plegaria A Un Labrador

Levántate y mira la montaña
De donde viene
El viento, el sol y el agua,
Tú que manejas el curso de los ríos,
Tú que sembraste el vuelo de tu alma.
Levántate y mírate las manos
Para crecer, estréchala a tu hermano,
Juntos iremos unidos en la sangre,
Hoy es el tiempo que puede ser mañana. Líbranos de aquel que nos
Domina
En la miseria;
Tráenos tu reino de justicia
E igualdad;
Sopla como el viento la flor de la quebrada,
Limpia como el fuego el cañón de mi fusil;
Hágase por fin la voluntad
Aquí en la tierra
Danos tu fuerza y tu valor
Al combatir,
Sopla como el viento la flor de la quebrada,
Limpia como el fuego el cañón de mi fusil.

Levántate y mírate las manos
Para crecer, estréchala a tu hermano,
Juntos iremos unidos en la sangre,
Ahora en la hora de nuestra muerte.
Amén.